Había una vez un mandril, el
vivía en la calle 32 de mandrillandia, cruce con el bananal, justo al lado del
charquito. Nuestra historia comienza
cuando en un día muy soleado realizan el censo de animales y la joven empleada
del Centro De Ayuda Animal se dirige a la cueva del mandril, era una cueva
pequeña no muy profunda y sin puerta ya que el señor Mandril pensaba que tener
la puerta cerrada es negarle de antemano la entrada a alguien, pero, la verdad
era que a nuestro pequeño amigo casi nadie lo visitaba.
-Buenos
días señor… Mandril- dijo la joven morena mientras observaba en una lista y
confirmaba con el número y dirección el nombre de la persona que visitaba, era
su primer trabajo como personal del centro de ayuda animal.
El señor Mandril se sintió sorprendido
al escuchar la voz de la joven y luego, se asusto al oír el eco que producía la
voz de la joven en la pequeña cueva; había escuchado historias sobre fantasmas
que se le aparecían a las personas y su voz en el eco le pareció de ultratumba.
-Oh, bueno como esta?…
El señor mandril nunca había
visto a una chica humana, pero a decir verdad no sabía si estaba frente a un
mandril con extraña vestimenta o un humano…
-Oh bueno bienvenida a mi cueva - decía esto mientras buscaba un balde
el cual coloco al revés sobre el suelo emulando una silla.
A la joven le pareció asqueroso
el balde pero bonito el gesto del pequeño mandril, aun así decidió quedarse de
pie.
-Bueno vengo a formularle unas
preguntas para el censo del centro de ayuda animal una organización sin fines
de lucro dedicada al mejoramiento de la calidad de vida de todos los
animales...
<<Bananas pensó el señor
mandril >>
El señor Mandril no sabía lo que
significa un censo, pero tampoco pregunto, le llamo más la atención lo que se
refería a centro de ayuda animal, siempre había necesitado ayuda y era la
primera vez que oía de esta organización, pensó que debía colaborar con todas
las preguntas para quizás luego pedir un poco de ayuda.
-Bueno comenzare rápido con las
preguntas: ¿Es usted dueño de esta propiedad?
-Pues no, me la dejaron mis padres -El señor Mandril respondió con el
mismo gesto que hace alguien que intenta obtener algún lejano recuerdo de lo más
profundo de su mente.
-Ah y… ¿donde están sus padres?
-Banana- murmuro.
-¿Perdón?, ¿qué ha dicho? ¿Bahamas?
-Oh no! -respondió el mandril volviendo de una lejana sensación- mis
padres se fueron a buscar bananas para hacerme tetero pero no han vuelto, hace
ya 1…2…3… 7 años! Que se fueron.
A la joven se le arrugo un poco
el corazón era obvio que sus padres quizás hayan sido víctima de algún
depredador mientras iba en la búsqueda de lo necesario para prepararle su biberón…
-¿Tiene usted amigos animales de
otra especie animal señor Mandril?
-Ah pues claro que sí! Tengo a
uno… dos…tres… -Abría los dedos en orden en una gran muestra de torpeza, tenía
una inteligencia muy inferior a la de un mandril promedio.- Si! Tengo dos
amigos, el señor Burritiguiris que a veces viene a bañarse en el pequeño
charquito y no entiendo, es un señor muy tímido toma las bananas mías sin mi
permiso y algunas veces a escondidas y cuando lo saludo sale corriendo, ¿qué
raro es este señor no?
La Joven entendió esto como un
robo pero omitió explicarlo porque lo considero extremadamente
<<burro>> para entenderlo.
-¿Y cuál es el segundo amigo?
-Pues le dije que tenía dos! Y yo le dije que tenía al señor
Burriguitiguiris.
-Bueno eso hace un solo amigo, recuerda: UNO Y DOS! –dijo esto señalando
sus dedos cada uno. <<Uf este mandril no entiende nada>>.
La joven reviso su reloj y
recordó la hora a la que le había avisado a su novio que la pasara buscando en
el sitio que le había indicado, generalmente la encuesta era rápida pero con el
señor Mandril duro mucho más tiempo debido a su torpeza.
-Bueno señor Mandril es todo por hoy debo irme…
Al salir de la cueva la luz del
exterior la cegó por un momento y pudo ver a lo lejos el vehículo de su novio.
-Hey espere no se valla aun –dijo el señor Mandril- tome este pequeño obsequio…
-hizo el gesto para darle a la mano algo que no tenía y enseguida recordó lo
que quería darle: una banana
Busco en una pequeña gaveta su
racimo de bananas pero recordó que se las había comido todas y solo le quedaba
una banana, la que sería su cena, ese día le costó mucho decidirlo pero
rápidamente llego a la conclusión y le entrego la banana a la joven. La observo
a sus grandes ojos marrones claros sin que ella se diera cuenta mientras ella
miraba la banana ya negra por el tiempo que tenia guardada y cuando ella se dio
cuenta le respondió la mirada viéndolo a los ojos y el mandril se sorprendió.
-Bueno ya debo irme…-tartamudeo
la joven un tanto nerviosa-
El señor Mandril observo desde el
umbral de la cueva como se alejaba la joven, caminaba como un mandril,
respiraba como un mandril, era del color negro de los mandriles pero había algo
en ella que no era del todo mandril, quizás eran sus patas. A la distancia
observo cómo se metía dentro de una “pequeña casa” con aspecto moderno y de
bonito color que tenia ruedas a los extremos y se alejaba con un ruido leve a
gran velocidad por la avenida a la que daba la calle donde vivía nuestro señor
Mandril. El señor mandril se metió en su cueva otra vez pensando aun en la extraña
visita de la Joven y recordó la conversación una y otra vez.
O O O
Era ya de noche y el señor
Mandril sintió grandes ganas de defecar pero a este le daba miedo salir de
noche de la cueva pues su visión era pésima en la oscuridad <<una dura
decisión, hacer pupu dentro de la cueva o arriesgarse a salir en horas
nocturnas>>, recordó que le hacía falta hojas de palmera para limpiarse y
la idea de defecar sin papel le dio algo de asco, sobre el balde donde se había
sentado la joven vio unas hojas de papel y pensó que eran perfectas para su
cometido así que las tomo en sus mano y noto que tenían algo escrito eran
muchas letras y números, el señor mandril no sabía leer pero enseguida recordó
que la joven al sujetar la banana coloco los papeles sobre el balde y quizás
por descuido los olvidos ahí.
Misteriosamente al recordar a la
muchacha y su breve visita se le quitaron las ganas de defecar, así coloco los
papeles de la forma más cuidadosa que pudo en un lugar donde no fuera a
ensuciarse con la idea en mente de que pasaría la joven en la mañana buscando
sus papeles (esta idea le alegraba un poco) y por un momento deseo saber leer e
identificar lo que decía tal papel y meditó sobre esto un par de minutos, así
que volvió a su pequeña y antigua cama que en realidad era su cuna de bebe y
durmió toda la noche como un mandril.
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ResponderEliminarbuena historia... me gusto :D
ResponderEliminarGenial las tres partes
ResponderEliminarMuchos errores o imperfcciones de redacción y algunas ortográficas. Pero me gustó. Hay una buena cohesión de recursos literarios. Y la humanización de personajes animales de una manera absurda y cómica lo hace muy llamativo. Buen ritmo de lectura a pesar de que en partes hay adjetivos de relleno. Voy a continuar con el proximo capitulo. Tambien soy amateur en esto, y por experiencia te digo que vale la pena leer y releer hasta afinar detalles antes de publicar. Saludos.
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